En un mundo dominado por la ciencia y la tecnología, que privilegia el saber hacer por encima del saber pensar, se ha reducido cada vez más la demanda de estudios filosóficos, provocando una crisis del pensamiento humanístico.
En la República Dominicana, centros como el Instituto de Estudios Superiores Pedro Francisco Bonó, fundado por los jesuitas y especializado en la carrera de filosofía desde el año 1985, intentan rescatar el pensamiento crítico, filosófico y humanístico con compromiso social, siendo la segunda facultad, después de la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (PUCMM), con la mayor matrícula, con 72 dominicanos y extranjeros inscritos a la fecha.
Su nuevo rector, el padre Cristhian Espinal Diloné SJ., argumenta que la baja del estudiantado, compuesto básicamente por seminaristas y laicos, se debe a la creencia errónea de que la filosofía no tiene salida laboral en el mercado, obviando su aplicación en distintos ámbitos sociales, incluyendo organizaciones no gubernamentales (ONG) e instituciones educativas que necesitan profesionales con habilidades “blandas” y amplitud de pensamiento creativo.
Espinal advierte que la crisis del humanismo se ve reflejada en los planes de estudio de la carrera de educación, que tras la aplicación del Plan Decenal en el 1992, eliminó prácticamente la filosofía del currículo para introducir un estilo pragmático, dirigido esencialmente hacia el saber haber y no a cultivar el pensamiento crítico.
Explica que el pensamiento crítico permite al individuo establecer diferencias conceptuales, analizar el desarrollo histórico de las ideas y juicios que se plantean, ver sus consecuencias prácticas, para finalmente formarse una opinión de los hechos.
La crisis a la que se refiere el intelectual también se ve reflejada en el nivel del debate político local, centrado, a su entender, en aspectos personales de los aspirantes.
“No se discuten ideas, no se contraponen datos, simplemente se van a una contienda personal y eso crea una cultura de la subjetividad que no tiene compromiso político ni social, entonces ciertamente nos vamos aislando en pensamientos muy personales y no creamos una opinión pública que esté direccionada al cambio y a la transformación social, sino simplemente a justificar por qué estamos como estamos y por qué debemos seguir como estamos.
(…) el pensamiento crítico tiene que ver con eso, tiene que ver con la propuesta de soluciones, que va más allá de lo fáctico, de lo práctico, de los intereses particulares y que se encamina hacia el bien común”, subraya.
El catedrático de 35 años, egresado del Instituto que hoy dirige y con una licenciatura en Teología por la Pontificia Universidad Católica de Chile y una maestría en Filosofía Teorética por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, considera que el primer desafío que tenemos como sociedad es cambiar la idea de que toda carrera necesariamente tiene ser productiva, ya que “la productividad muchas veces mata la creatividad y pone el pensamiento crítico en función de los beneficios de aquellos que producen”, advierte.
Estudiar no solo para ganar dinero
Y es que, para Espinal, la utilidad del ser humano no se mide únicamente en la dimensión económica. “Tenemos que hacer conciencia de que el estudio no es solamente para ganar dinero, aquí la gente aspira a una carrera para un crecimiento económico, y el estudio concebido desde las humanidades, es el cultivo propio del ser humano, las facultades del ser humano, es decir, cómo el ser humano inserto en el mundo, dueño de su propio destino, cultiva la virtud, y cultivando su propia virtud crea una sociedad más justa, más solidaria”.
Sostiene que una persona que prioriza el saber hacer por encima del saber pensar pone el sentido de la vida en el trabajo y las adquisiciones materiales, naturaliza ciertas problemáticas sociales y pierde la creatividad direccionada a buscar salida y soluciones.
“La filosofía nos enseña que nosotros como seres humanos tenemos una capacidad de hacer y significar, y cuando eso se pierde, cuando se te acaba el trabajo, se acaban las cosas materiales, cuando te ves arropado por sistemas que están naturalizados que dicen: es que los dominicanos somos así, entonces no se tiene la capacidad de valorar ni de proponer, se pierde la creatividad”.
Afirma que el Instituto de Estudios Superiores, situado en el Centro Montalvo y enclavado en el barrio Mejoramiento Social, constituye una alternativa para un mundo intelectual que se va empobreciendo y cerrando, brindando a quien se interesa en este campo, la posibilidad de adentrarse en otros saberes como la política, la economía, la religión, la antropología y la sociedad en su conjunto. “Ojalá que mucha gente se interese en invertir en este tipo de formación”, dice el religioso, quien admite que el financiamiento es uno de sus principales desafíos.
La carrera que tiene una duración de cuatro años y requiere dedicación a tiempo completo es impartida por un cuerpo de 20 profesores calificados, entre los que se encuentran algunos docentes extranjeros que vienen al país por intercambios académicos. Cuenta con estudiantes nicaragüenses, costarricenses, panameños, mexicanos y haitianos.
El centro que pertenece a la Red de 36 universidades jesuitas y que desde hace cinco años se separó del Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), tras obtener el reconocimiento por parte del Consejo de Educación Superior Ciencia y Tecnología, cuenta con una biblioteca con la única sala de pensamiento dominicano actualizada y más de 80 mil volúmenes con bibliografía especializada en humanidades y filosofía.
“Las bibliotecas están en desuso pero quien quiera hacer un estudio serio en ese ámbito tiene que venir aquí”, subraya Espinal.
El centro pertenece a la Asociación de Universidades Confiadas a la Compañía de Jesús en América Latina (AUSJAL). Afiliado a la Facultad Eclesiástica de Filosofía de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, tiene relaciones de cooperación con el Instituto Tecnológico de Santo Domingo (Intec), la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra (Pucmm), el Instituto Nacional de Formación y Capacitación del Magisterio (Infocam) y el Instituto Superior de Formación Docente Salomé Ureña (Isfodosu).