La Masacre de 1937 es un hecho horripilante y vergonzoso de la historia dominicana. Es un crimen contra la humanidad, una matanza hecha no por un país o un pueblo, una matanza que no fue en una guerra ni un acto de defensa, sino decisión de una tiranía contra dominicanos(as) y contra haitianos(as).

La Masacre de 1937 es un hecho horripilante y vergonzoso de la historia dominicana. Es un crimen contra la humanidad, una matanza hecha no por un país o un pueblo, una matanza que no fue en una guerra ni un acto de defensa, sino decisión de una tiranía contra dominicanos(as) y contra haitianos(as). La Nación dominicana necesita entonces salir de la negación o de la deformación de la Historia, y apoyarse en las tres columnas de la reconciliación: memoria, verdad y justicia histórica, que contribuyan a zanjar esa herida abierta, a superar culturalmente esa marca y a impedir que se sigan replicando hechos de similar brutalidad. El objetivo de esta actividad es, desde una perspectiva patriótica y humanista -que le es consustancial-, aportar análisis para la reconstrucción y reordenamiento de la memoria sobre el genocidio fronterizo en contra de dominicanos(as) y haitianos(as), realizado en 1937; discutir las nuevas formas y lógicas en las que se sigue reproduciendo la violencia racial-nacionalista; así como dar pasos hacia la conformación de una comunidad de indagación, diálogo y colaboración, poniendo sobre relieve las razones y argumentos para construir un presente y futuro distinto y promisorio, donde prime el respeto a los Derechos Humanos, así como una perspectiva de cooperación binacional entre las dos sociedades que compartimos la Isla.

Esta actividad busca que un grupo de académicos, pensadores y activistas sociales, especializados en temas dominicanos, en genocidios, memoria histórica y Derechos Humanos, fundamenten la necesidad de reconstruir la memoria y realizar un proceso de justicia transicional, ante la sistemática organización del olvido que se ha aplicado en República Dominicana. Lo que mueve a esta conmemoración no será jamás la revancha y menos aún el enjuiciamiento del país: no es el pueblo dominicano el responsable ni el beneficiario de una matanza que acabó con la vida tanto de haitianos como de dominicanos, sino que fue la tiranía de Rafael Leonidas Trujillo y sus cortesanos, un régimen de abusos, corrupción, antipatriótico y antirrepublicano.

Debemos asumir esta tarea, la de reconstruir la memoria para completar los vacíos y silencios, y para forjar una consciencia crítica sobre el pasado que es lo que garantiza que no se sigan cometiendo nuevas masacres ni continúe el régimen de abusos entre indiferencias e impunidad. Este es un acto, en definitiva, de asumir y de llamar a la responsabilidad política, social e histórica frente al pasado, el presente y el futuro. Como dijo Neruda, no son los silencios ni las complacencias, sino la sanación de las heridas, la verdad y la justicia lo que hará que los pueblos del mundo puedan convivir en paz y que no existan más tiranos ni atropellos a la dignidad humana.