En la mañana del 27 de agosto inició de nuevo la docencia en el Instituto Superior Bonó. En un acto sencillo y emotivo se le otorgó al p. Ignacio Lasaga el título de “profesor emérito” del Instituto. El p. Ignacio ha impartido durante varias décadas docencia en el Instituto. Después del himno nacional, el provincial de los jesuitas, p. Javier Vidael pronunció una oración. El p. Martin Lenk, rector del Instituto, dio la bienvenida y un breve resumen de la vida académica de Ignacio. Después de estudiar en EEUU un B.A. en matemática Ignacio entró a la Compañía de Jesús. En la Compañía estudió primero filosofía en el Seminario Santo Tomás de Aquino, después hizo estudios de grado y de maestría en teología en Roma, especializándose en teología bíblica. Posteriormente sacó la maestría y el doctorado en Munich, Alemania, con un estudio sobre la Teoría de la acción de Hegel en la periferia de la sociedad, relacionando la filosofía del derecho de Hegel con los movimientos populares en América Latina.

A continuación los estudiantes Ángel Guzmán, José Manuel Avelar y Yasniel Romero presentaron  pensamientos filosóficos de Ignacio Lasaga desde su artículo “La eticidad del pobre” publicado en Estudios Sociales n. 91. En este artículo Lasaga insistió en la necesidad de ampliar la filosofía del derecho para darle su lugar a los pobres, que deben tener su lugar dentro de la eticidad que en Hegel parece muy limitada a la sociedad burguesa. Hace falta escuchar atentamente para oír la voz de los pobres.

En un momento de “micrófono abierto” en el cual se dieron varios testimonios sobre el servicio, la persona y el aporte del p. Ignacio. Una y otra vez se destacaron su profunda sabiduría que une la más rigurosa y abstracta filosofía con la bondad y humanidad que le caracterizan.

La presidenta del Consejo Directivo del Instituto Bonó, Rosa Kranwinkel, entregó la placa de reconocimiento al p. Ignacio. Al final el p. Pablo Mella explicó que el p. Ignacio en su misión -eligiendo entre Luz y Sal- siempre ha preferido ser sal. No la luz que brilla delante de la gente, sino la sal, que de una forma casi invisible y discreta está presente y da saber. El fiel servicio no solo en el Instituto Bonó, sino también en la parroquia Santísima Trinidad y la cárcel de Najayo dan testimonio de esto.

El acto fue embellecido por varias canciones de los estudiantes salesianos del Instituto.